¿Conoces ese miedo que todos tenemos, de que algo salga terriblemente mal y que la vida nunca vuelva a ser la misma?
Creo que el miedo más grande que tenemos en ocasiones, es cuando somos padres y el hecho de que algo pueda pasarle a nuestros hijos. Como cuando llegamos a recogerle a la guardería y nos encontramos con que se ha caído y se ha roto algo, un diente, la cabeza o un brazo. La incertidumbre en todo momento de no saber como se encuentra mientras estamos lejos de ellos es algo que nos inquieta.
Luego tenemos otros miedos como son: que pasaría si mi pareja me dejara, que haré si pierdo mi trabajo o que haría con mi vida si tuviera un accidente que me incapacite.
Todos estos son ejemplos de los miedos a los que nos enfrentamos a menudo, en algunos casos vienen esos pensamientos de forma recurrente y en otros en casos esporádicos, pero de cierto modo todos y cada uno de nosotros tenemos estos momentos. Así es la vida, no podemos cambiarla, lo que si podemos cambiar es nuestra actitud, pues es lo que hacemos, como actuamos en esos momentos lo que importa, lo cuenta.
Aquí van unos tips que espero les ayuden en situaciones como las anteriormente planteadas.
1. Reemplace «¿Por qué yo?» con «¿Qué sigue?»
Es natural; cuando las cosas van mal, es probable que uno de nuestros primeros pensamientos sea «¿Por qué yo?»
Sin embargo, aquí está la cosa: «¿Por qué yo?» es una frase debilitante. Sólo sirve para aumentar nuestro sentimiento de victimismo y nos hace sentir incapaces de afrontar la situación.
Reemplazándolo con «¿Qué sigue?» no solo recuperamos una sensación de control, sino que también descubrimos lo que realmente podemos hacer.
2. Oblígate a practicar la gratitud.
Es difícil sentirse agradecido cuando te dan un golpe, sin importar cuán grande o pequeño sea.
No importa con lo que estés lidiando, siempre, siempre hay algo por lo que estar agradecido. Oblígate a decirlo en voz alta varias veces. Tu corazón y tu mente pronto se pondrán al día.
3 . Deja de culpar.
Cuando estás herido, es igualmente natural buscar a alguien a quien culpar.
Pero la culpa sólo sirve para prolongar el dolor. Hace que sea más difícil dejar ir las cosas . Nos enfada y nos corroe por dentro. Trae negatividad a nuestra vida.
Así que detente.
Si algo está destinado a ser, sucederá. Eso es todo. Lidia con eso y sigue adelante.
4. No te rindas ante el miedo y la desesperación.
Esta es una pregunta difícil. Es mucho más fácil ceder y rendirse al miedo y al dolor. Pero debemos mantenernos erguidos, incluso cuando nos sentimos que nuestros pies nos pesan.
Cuando se trata de miedo y desesperación, tienes que fingir hasta que lo logres. Y, tarde o temprano, lo lograrás.
5. Nunca te rindas.
No importa dónde estés o por lo que estés pasando, no te rindas. Prueba solo una cosa más; tal vez es solo lo que lo resolverá por ti.
No se acaba, hasta que se acaba.